Por Julio Cortés Morales
Actualizado y extendido el 30 de Julio de 2022
Siempre me llamó la atención la apasionada alocución final del filósofo Slavoj Zizek en un debate de altísimo vuelo con sus colegas Ernesto Laclau y Judith Butler. Abogando a favor de una “perspectiva realista” que funde “una nueva universalidad política optando por lo imposible” -hasta aquí Marx & Bakunin estarían de acuerdo-, “asumiendo plenamente el lugar de la excepción” -mmmmm, esto me suena más a Schmitt que a Benjamin-, “sin normas a priori (‘derechos humanos’, ‘democracia’) cuyo respeto nos impediría también ‘resignificar’ el terror, el ejercicio implacable del poder, el espíritu de sacrificio” –Sí y No: yo sostengo que el comunismo debe ir más allá (no más acá) de la democracia y los DDHH-, luego de eso concluye, con artillería de grueso calibre:
“Y si algunos liberales de buen corazón desaprueban esta elección radical por considerarla Linkfaschismus, ¡que así sea!”[1].
Qué quieren que les diga. Es del todo evidente que, para todo demócrata liberal con buen o mal corazón, los anarquistas y comunistas somos una especie de fascistas de extrema izquierda. Pero lo que postula Zizek va más allá: al defender una especie de iliberalismo o más bien de “terrorismo sacrificial”[2], que proviene del bolchevismo/estalinismo y los “comunismos de Estado” a los que hacía alusión Costanzo Preve[3], no podría sino reconocer que se emparenta cercanamente con el rojipardismo y el fascismo de izquierdas. ¡Y creo que él lo sabe muy bien! ¿O estaría bromeando?[4]
Un filósofo que va mucho más allá moviéndose en esa pantanosa zona es el italiano Diego Fusaro, con su impecable pinta y gran afición por la aparición en los medios. Discípulo de Preve y experto en Marx y Gramsci, editado por editoriales de izquierda como El Viejo Topo o Akal y también por Il Primato Nazionale, órgano de prensa de los “fascistas del tercer milenio” de CasaPound Italia[5], ha sido invitado por Alvaro García Linera (estrecho colaborador de Evo Morales) a dar charlas en Bolivia[6].
En Chile es publicado por ediciones Ignacio Carrera Pinto, y a mediados de 2022 ha sido invitado por Alberto Mayol, famoso sociólogo y parte del programa online “La Cosa Nostra” junto a Mirko Makari y Darío Quiroga, a hacer clases en su Diplomado online pagado sobre Rusia y Ucrania, justificando haber sobrepasado el presupuesto para conseguirlo, porque según Mayol el hombre es “muy interesante”, “uno de los académicos jóvenes de moda en Europa”, experto en la filosofía de Dugin que sería “uno de los inspiradores de esta guerra”, y resume su posición diciendo que “es un tipo que viene del marxismo, Gramsci, qué se yo, pero es neofascista”[7]. Por cierto, esta última adscripción no es señalada en el folleto que promociona el curso, donde en una larga descripción curricular se le describe como “discípulo independiente de Hegel y Marx”[8].
Fusaro propone una relectura idealista de Marx, y ha causado revuelo como sospechoso de rojipardismo[9] al reivindicar una síntesis de “valores de derecha e ideas de izquierda”: el lema de la nueva formación política que impulsa, Vox Italia, autodefinido como un partido soberanista, populista y socialista[10].
Ante la polémica que ha causado por diversas acusaciones de rojipardismo, Fusaro replica que “hoy en día la categoría de ‘fascismo’ se usa de manera completamente deshistorizada y descontextualizada, para demonizar simplemente al interlocutor”, así “quien reafirma la necesidad de controlar políticamente la economía y, por lo tanto, reintroducir la soberanía contra la apertura cosmopolita, es vilipendiado y tachado inmediatamente de ‘fascista’, ‘rojipardo’ y ‘estalinista’”. La categoría de fascismo según dice Fusaro “solo sirve para ocultar el verdadero rostro de lo que Pasolini ya había identificado como el verdadero fascismo de hoy: el de la sociedad de mercado, el totalitarismo de los mercados y de las bolsas de valores especulativas”[11].
Esto que Fusaro denomina “turbocapitalismo” es “el verdadero rostro del poder hoy en día, y muchos tontos que se hacen llamar ‘de izquierda’ luchan contra el fascismo, que ya no existe, para aceptar plenamente el totalitarismo del mercado”. Estos “tontos de izquierda” son “los que luchan en Francia contra Le Pen para aceptar de buena gana a Macron”. Podríamos agregar a varios que votaron por Biden contra Trump, o en Chile por Boric contra Kast, y luego de eso se declararon triunfadores en la “lucha antifascista” sin preocuparse mucho más por un enemigo “derrotado” en las urnas, pero con una altísima cantidad de votos y apoyo popular.
Fusaro dice que estos izquierdistas y progresistas “luchan contra un fascismo que ya no existe para poder aceptar la nueva porra invisible de la economía de mercado”.
En este punto me quiero detener porque resulta muy sintomático y representativo de las distintas acepciones de fascismo que hemos estado comentando. Por una parte, este filósofo nos dice que “el fascismo no existe más”, con lo cual parece aceptar la tesis más restrictiva, que sólo incluye bajo ese concepto al movimiento político que existió en algunos países en la fase de entreguerras del siglo pasado. De ser así, ¿cómo entendemos a grupos tales como sus amigos de CasaPound, que es una de las escasas agrupaciones que explícitamente asumen el legado del fascismo y lo proyectan al tercer milenio? Pero, por otro lado, Fusaro denuncia un “verdadero fascismo” de nuevo tipo, que sería el mismo denunciado en su tiempo por Pasolini y entre nosotros por Oporto, y que al coincidir más o menos con la dominación capitalista global en versión “neoliberal”, permite al filósofo vestir de “marxismo” y anticapitalismo sus posiciones, tendiendo así un significativo puente populista y “soberanista” hacia la izquierda.
Esta contradicción ha sido destacada también por Alba Sidera, cuando relata que desde que a lo menos desde el 2014 Fusaro se ha vinculado a CasaPound a pesar de supuestas amenazas de muerte desde la izquierda, porque está convencido de que “hay que dialogar con los fascistas”, pero a renglón seguido afirma que “los que no quieren dialogar con los fascistas son los que van de antifascistas cuando en realidad no hay fascistas, para disimular que no son anticapitalistas”[12]. Confuso, ¿no?
Fusaro se esfuerza en hacer pasar sus posiciones por una forma de “crítica marxiana” al fin liberada del “materialismo”. Así, en la misma entrevista nos dice que “los llamados ‘derechos civiles’ hoy en día son, en realidad, ni más ni menos, los derechos del ‘bourgeois’, que Marx había descrito en ‘La cuestión judía’. En otras palabras, son los derechos del consumidor, como diríamos hoy, los derechos del individuo que quiere todos los derechos individuales que puede comprar concretamente”. En este proceso que estamos viviendo hoy en día, “el capital nos quita los derechos sociales, que son derechos vinculados al trabajo, a la vida comunitaria en la polis; anula estos derechos y, en cambio, aumenta los derechos del consumidor, siempre vinculados a un consumo que se lleva a cabo de manera individual, sin cuestionar nunca el orden de la producción y que, de hecho, terminan fortaleciendo el sistema capitalista en lugar de debilitarlo” [13].
Además, Fusaro alega que “crean una especie de microconflictualidad generalizada que actúa como un arma de distracción masiva y, también podríamos decir, como un arma de división masiva permanente. Por un lado, distrae de la contradicción capitalista que ya ni siquiera se menciona, y por otro lado, por así decirlo, divide a las masas en homosexuales y heterosexuales, musulmanes y cristianos, veganos y carnívoros, fascistas y antifascistas, etcétera. Y mientras esto ocurre de manera natural, el capital deja que las personas salgan a la calle por el orgullo gay, por los animales y por todo, pero ¡qué no se atrevan a echarse a las calles para luchar contra la esclavitud de los salarios, contra la precariedad o contra la economía capitalista! De ser así, ahí está la represión, como sucedió en Francia con los chalecos amarillos”[14].
Como se ve una vez más, en el discurso de Fusaron abundan los islotes de verdad, pero flotando en un inmenso mar de mierda. En todo caso, es difícil hallar una mejor y más cultivada síntesis de las posiciones “rojipardas” actuales. La crítica del capitalismo y de la posmodernidad, con algunos elementos que se podrían suscribir parcialmente desde la extrema izquierda, se enmarca dentro de una posición claramente conservadora. Los “valores de derecha” que defiende, siguiendo a Alain de Benoist, se relacionan con “aquellas formas comunitarias de solidaridad que van desde la familia a los organismos públicos como los sindicatos, la escuela, la universidad, hasta completarse en el Estado”[15]. Este último, como Estado Nación, “puede representar el único vector de una revolución opositora contra el capital mundialista, tal y como demuestran perfectamente los acontecimientos de los países bolivarianos, como Bolivia, Venezuela o Ecuador que, a pesar de sus límites estructurales, están creando formas de populismo soberanista, socialista, patriótico, anti-globalista e identitario”[16].
Imagino no pocos izquierdistas tradicionales que estarían de acuerdo en lo esencial. En este punto cabe tener presente que Fusaro se presenta no sólo como “marxista” sino que como “gramsciano”. Así, nos dice que “el intelectual de hoy debe restablecer lo que Gramsci llamaba la ‘conexión sentimental con el pueblo-nación’, es decir, debe volver a conectar el pueblo a la política, a la intelectualidad misma, para que el pueblo salga de la pasividad y se transforme en subjetividad activa, como ya está sucediendo, en la medida en que el pueblo está rebelándose contra la élite cosmopolita”. Esta rebelión la hace “votando por el Brexit, lo hace votando por Trump, lo hace votando en Italia contra el referéndum constitucional, lo hace votando en Grecia por el referéndum contra la austeridad de la Unión Europea”[17].
Gonzalo Jara desmenuza cuidadosamente esta enésima forma de apropiación reaccionaria de Gramsci, en que se abandona la díada izquierda/derecha que se reemplazaría por la de arriba/abajo, marcando según dice Fusaro “el inicio de una nueva ‘teoría revolucionaria’ que le corresponde al siglo XXI”. De esta forma “daría comienzo a lo que él llama ‘luchas de clases 2.0’”, en que el ‘arriba’ y ‘abajo’ será identificado con dos sujetos: el ‘señor globalista’ y el ‘siervo nacional popular’, lo cual da título al libro editado en Chile por la ya referida editorial vinculada al Movimiento Social Patriota[18].
Como señala Jara, para Fusaro el “capitalista-globalista” se ha volcado en el ámbito de los valores hacia la izquierda (Globalismo, libertarismo, radicalismo libertario, eliminación de las fronteras) y en las ideas hacia la derecha (competitivismo, desregulación, privatización, despolitización). Dialécticamente, el siervo debe ser la antítesis del Señor, así que “tendría ideas de izquierda, tales como ‘emancipación, derechos sociales, igual libertad material y formal, dignidad en el trabajo, socialismo democrático en la producción y en la distribución’, pero sus valores serían de derecha (‘arraigamiento, patria honor, lealtad, trascendencia, familia, eticidad’)”[19].
Tal vez el mayor truco “dialéctico” de Fusaro es la inversión que realiza de la problemática de la migración. En vez de comprender los procesos migratorios como una consecuencia del proceso de acumulación capitalista, el filósofo “revierte la narrativa dominante” para explicar que son los “señores globalistas” los que propician y financian la migración, para conseguir mano de obra barata. Como dice Forti, estos rojipardos “se oponen a la inmigración declinando ‘marxísticamente’ teorías xenófobas al definir a los migrantes como un ‘ejército industrial de reserva’”[20].
Es más, al plantear que se trata de “la sustitución programada de la población europea con el nuevo ejército industrial de reserva de los migrantes provenientes de la otra orilla del Mediterráneo”, esta posición enlaza con el Plan Kalergi -una teoría conspirativa difundida por los neonazis tras la Segunda Guerra Mundial- y con la teoría de la “gran sustitución” del francés Renaud Camus “que hace ya una década hablaba de la inmigración como de un gran complot de las élites capitalistas –ahí obviamente aparece George Soros– cuyo objetivo sería convertir en minoría a la población blanca y cristiana de Europa”[21].
Es fácil para los filósofos e “intelectuales de izquierda” menospreciar y ridiculizar estos pastiches y ejercicios retóricos, pero de eso no podemos concluir en caso alguno que la proliferación de estos discursos sea inocua. Y no sostengo esto desde la necesidad de defensa de la democracia liberal (como Mudde, Stefanoni, Forti y casi todos los demás), sino que desde una posición radical, anticapitalista y antiautoritaria: este confusionismo que desafía la distinción clásica izquierda/derecha es el signo distintivo del fascismo propiamente tal, en tanto y en cuanto movimiento político. Pero como dijo en su momento Adorno, sería un grave error político creer que la poca profundidad teórica de estos movimientos les impida tener éxito. Todo lo contrario: en tiempos de “crisis migratoria” (una denominación que según Mudde revela en sí misma la hegemonía de una lectura del problema que es propia de la extrema derecha[22]) y de críticas superficiales al neoliberalismo, es perfectamente factible que un discurso a la vez populista y nativista, que en vez de izquierda/derecha hable de abajo/arriba, identificando a la elite con el liberalismo (de derecha e izquierda), lograra generar una nada despreciable base social.
Algo igual de preocupante y crucial es lo que está ocurriendo en Europa desde la pandemia de coronavirus, en que las restricciones impuestas en nombre de la salud pública, como los “pases de Movilidad” -que en los hechos obedecen más bien a las necesidades del capital- están generando reacciones diversas de indignación y protesta, en un amplio abanico de disidencias que van desde la extrema derecha a antivacunas, “conspiranoicos” de distinto signo, extrema izquierda y bloque negro. Como ha señalado el colectivo Wu Ming, incluso teorías conspirativas como QAnon pueden esconder “núcleos de verdad” y no por que existan neofascistas en algunas manifestaciones deberíamos restarnos de ir dejándoles el campo libre para promover sus posiciones[23].
Fusaro está lejos de ser el único rostro de la “alta filosofía” que se entregado a esta cruzada. Antes que él estuvo su maestro Costanzo Preve, y ahora mismo tenemos a otro filósofo farandulero y superventas, el francés Michel Onfray, que se definió siempre como un “socialista libertario” y proclamaba sus simpatías por grupos revolucionarios como la Internacional Situacionista, y que ha decantado también en una forma posmoderna de rojipardismo, populista y soberanista, bajo pretexto del agotamiento de la dicotomía derecha/izquierda.
Onfray se ha hecho más famoso que nunca antes desde que lanzó en el 2020 “Front Populaire”, subtitulada como “La revista de Onfray”, que en su sitio web se anuncia como “el sitio de actualidad de los soberanistas”[24]. Un detalle notable es que Front se escribe con letras rojas, y Populaire con letras negras. El rojinegro usado tradicionalmente por el anarcosindicalismo, los sandinistas y el MIR, es también del gusto de los falangistas españoles, la ultraderecha ucraniana y personajes como este filósofo Onfray. La bandera negra es lo contrario de la bandera blanca, y al menos desde la Edad Media la bandera roja es señal de desafío y batalla.
Mientras la buena amiga de Putin doña Marine Le Pen -líder del postfascista Reagrupamiento Nacional– ha elogiado este proyecto diciendo que “busca defender la libertad de expresión y reunir en un medio de comunicación a quienes creen en la nación y se han opuesto al mundialismo”, otros han que ya llevan un tiempo denunciando a Onfray como un falsificador y charlatán no se sorprenden de su acercamiento a la extrema derecha, cuyos efectos en cuanto a convocatoria están aún por verse.
El filósofo Alain Jugnon, autor del ensayo Contre Onfray, lo califica como “un puritano hedonizante, un revolucionario dandyzante, un banquero anarquizante”, “el reinventor de un fascismo francés posmoderno”, que “entra por la extrema derecha histórica y clásica en la guerra de las ideas, contra la izquierda de la izquierda, por nacionalismo, soberanismo, antihumanismo e islamofobia”[25].
Elisabeth Roudinesco, que empezó a enfrentarse a Onfray a raíz de su “antisemitismo inconsciente” y los groseros errores y falsificaciones en que incurrió al escribir sobre Freud, dice que “es un falsificador en el sentido de que escribe falsedades, pero no en el sentido de que está convencido de que tiene razón y que puede convencer a la gente”. Más bien, se trataría de “una verdadera mitomanía”, pues “durante mucho tiempo, ha creído en las falsedades que afirma. Y al mismo tiempo, cuando es descubierto, se pone en la posición del perseguido desarrollando todo un discurso conspirativo: el mundo entero está contra él”[26]. En la misma entrevista Mazeau dice que el proyecto de esta revista es más bien un síntoma que Onfray desarrolla:
“El monstruoso síntoma de la descomposición de las ideas de emancipación provenientes de las izquierdas asociadas al marxismo. Onfray supo ocupar un lugar dejado vacante: el de los pensamientos de emancipación colectiva, y se impuso como portavoz de los sectores populares”[27].
Ese mismo síntoma se aprecia con claridad en Chile, donde además debemos agregar la tendencia de nuestros intelectuales más taquilleros a darle espacio a la nueva moda del fascismo cool, desde la fascinación literaria por Miguel Serrano y Eduard Limonov, al creciente interés que despiertan Aleksander Dugin y Diego Fusaro como sus principales referentes geopolíticos y filosóficos, tal como queda demostrado en la ya aludida participación estelar de este último en las actividades de La Cosa Nostra.
Como alertaba Alba Sidera en relación a Fusaro y CasaPound, “el nuevo fascismo, el que tiene éxito, y por tanto el que debería alarmar, es este. El que, como viene haciendo desde hace cuarenta años la extrema derecha, sabe apropiarse de Gramsci y Marx. El que consigue confundir a la izquierda, hacerla dudar de sí misma”[28].
[1] Slavoj Zizek, “Mantener el lugar”, en Butler, Laclau, Zizek. Contingencia, hegemonía, universalidad. Buenos Aires, FCE, 2004. “Linkfaschismus” se traduce como “fascismo de izquierda”.
[2] Rodrigo Karmy ha explicado la radical diferencia entre sacrificio y martirio. En base al poema de Mahmud Darwish “Cuando los mártires se van a dormir”, explica que “mientras el sacrificio obedece a una economía de medios y fines, el martirio a la aneconomía de los medios puros”. La violencia sacrificial es glorificada mediante una “performatividad estetizante”, donde el fascismo como “religión de la muerte” se siente siempre muy a gusto. El martirio en cambio se relaciona con la “violencia divina” con que Benjamin caracteriza la violencia anarquista y con la suspensión del tiempo histórico que Furio Jesi identifica como propia de toda revuelta: “En contra del poder soberano, cuya potestad de muerte lleva siempre una ‘plusvalía’ a ejecutar, el mártir puede inmolarse para desactivar dicha potestad, esa misma ‘plusvalía’ por la que todo poder se ve justificado (Intifada. Una topología de la imaginación popular, Metales Pesados, 2020, pág. 111).
[3] “Superación de izquierda y derecha” (s/f), traducida del italiano por Gonzalo Soaje y publicada en dos partes en el blog de Ignacio Carrera Pinto ediciones: https://blog.ignaciocarreraediciones.cl/superacion-de-izquierda-y-derecha-primera-parte-por-costanzo-preve/ y https://blog.ignaciocarreraediciones.cl/superacion-de-izquierda-y-derecha-segunda-parte-por-costanzo-preve/
[4] Anselm Jappe (La sociedad autófaga. Capitalismo, desmesura y autodestrucción. Logroño, Pepitas de Calabaza, 2019, pág. 275) ha criticado la propuesta de Zizek de movilizar el resentimiento para la lucha anticapitalista, lo que significa “jugar con fuego y abonar el terreno a los movimientos populistas, que son la encarnación del resentimiento”. El texto de Zizek que refiere se titula “¿Fascismo de izquierdas? La ira, el resentimiento y el acto” (2007).
[5] Grupo neofascista con bastante presencia callejera en Italia a través de sus propios “centros sociales” y su exitosa “estrategia de hibridación”. En su eclecticismo han sacado afiches con el rostro del Che Guevara y la leyenda “aprendimos a quererte”, como la canción de Carlos Puebla. Ver: https://www.casapounditalia.org/
[6] Acá pueden verlo junto a Alvaro García Linera el 2016 hablando de “Capitalismo flexible, precariedad y nuevas formas de conflicto”: https://www.youtube.com/watch?v=KUNfVUY7u68
[7] Ver los dos minutos finales de La Cosa Nostra, “Piñera Porno/Boric Trans”, 30 de mayo de 2022, en: https://www.youtube.com/watch?v=fgTvsEgW_N0&ab_channel=LaCosaNostra
[8] https://www.lafacultad.cl/medios/documento-informativo-curso-rusia-ucrania.pdf
[9] Nombre otorgado desde los tiempos de la república de Weimar en Alemania a la curiosa pero bastante real alianza o mixtura de elementos nacionalistas y socialistas, como por ejemplo en la corriente “nacional-bolchevique”. Un buen texto sobre las viejas y nuevas expresiones de este fenómeno es el de Steven Forti, “Los rojipardos: ¿mito o realidad?”. Nueva Sociedad N°288, julio/agosto 2020. En: https://nuso.org/articulo/los-rojipardos-mito-o-realidad/
[10] https://www.voxitalia.net/
[11] Diego Fusaro. “Muchos tontos de izquierda combaten un fascismo inexistente y aceptan el mercado”, entrevista con Esteban Hernández. El Confidencial, 29 de junio de 2019, actualizado el 1 de julio de 2019. En: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-06-29/diego-fusaro-estado-soberania-derechas-izquierdas_2093646/
[12] Alba Sidera, “Fusaro como síntoma”, Contexto y Acción, 4 de julio de 2019. En: https://ctxt.es/es/20190703/Politica/27155/berlusconi-diego-fusaro-neofascismo-casa-pound-alba-sidera.htm
[13] Ibid.
[14] Ibid.
[15] “Defender a la familia significa luchar contra el capital” es el título de una de las columnas de Fusaro publicadas en Il Primato Nazionale.
[16] Ibid.
[17] Ibid.
[18] Lucha de Clases en el Siglo XXI. El “señor Globalista contra el “Siervo Nacional-Populista”, Ignacio Carrera Pinto ediciones, 2020. “Chile tierra en movimiento”, el mensaje de Fusaro a sus lectores chilenos, donde invoca la revolución y termina citando al filósofo fascista Giovanni Gentile (ministro de Educación Pública de Mussolini), puede leerse acá: https://www.ignaciocarreraediciones.cl/saludos-y-agradecimientos-para-chile-de-diego-fusaro
[19] Gonzalo Jara. “Una antigua y nueva derecha: Dugin y Fusaro”. Antagonismos, Vol. 1 N°1, 2020.
[20] Steven Forti. “Los rojipardos: ¿mito o realidad?”. Nueva Sociedad N°288, julio/agosto 2020.
[21] Steven Forti. “El caballo de Troya de la extrema derecha. Sobre Diego Fusaro y la fascinación que produce en cierta izquierda”, Contexto y Acción N° 228, julio de 2019.
[22] En verdad, como ha dicho María Emilia Tijoux, lo que está en crisis no son las migraciones, sino las políticas migratorias.
[23] Un buen mostrario de esta discusión es la entrevista a Wu Ming “Conspiración y lucha social”, publicada por Escritos para la Emancipación bajo el título de “Reductio ad Hitlerum”, junto a otros dos textos explicativos, el 1 de diciembre de 2021. Ahí señalan que incluso QAnon tiene un momento de verdad en su núcleo: “el sistema es, en efecto, monstruoso, y el Partido Demócrata en Estados Unidos sirve realmente a los intereses de una élite repugnante. El hecho de que a partir de estas premisas e intuiciones en vez de arribar a una conciencia consistentemente anticapitalista se genere una creencia en una sociedad secreta de satanistas pedófilos chupasangre que mantienen a millones de niños esclavizados en la clandestinidad es un gran problema pero, de nuevo, los núcleos de verdad no desaparecen a causa de ello. Podríamos describir a QAnon como una alegoría inconsciente y una parodia involuntaria de la crítica anticapitalista”. Y agregan que si podemos encontrar estos núcleos de verdad en QAnon “a fortiori los encontraremos en la antivacunación”.
[24] https://frontpopulaire.fr/
[25] Marc Bassets, “La nueva revista de la discordia que acerca a los extremos de izquierda y derecha en Francia”, El País, 23 de junio de 2020. En: https://elpais.com/cultura/2020-06-22/la-nueva-revista-de-la-discordia-que-acerca-a-los-extremos-de-izquierda-y-derecha-en-francia.html
[26] Roudinesco, Elisabeth y Guillaume Mazeau. “Onfray: final de partida”. Entrevista con Gilles Gressani. Le Grand Continent, 12 de marzo de 2021. En: https://legrandcontinent.eu/es/2021/03/12/onfray-final-de-partida/
[27] Ibid.
[28] Alba Sidera, op. cit.