Por Minchekewün [*]

«Por qué se nos exige que seamos pacíficos hasta la muerte?, ¿por qué a nosotros ?,¿por qué no podemos usar la violencia contra ellos? Si tenemos al Pueblo Mapuche como ancestros… Yo soy partidaria de la violencia, si no, nos van a sacar la cresta otra vez y nos van a matar otra vez y nos van a encerrar otra vez y nos van a desaparecer otra vez»

Luisa Toledo Sepúlveda

Introducción

La dignidad es una palabra que hemos escuchado muchas veces. Se refiere a la cualidad de quien se hace valer como persona y no deja que le humillen. Muchas personas son portadoras de esta cualidad y Luisa Toledo Sepúlveda es un referente de ello, una mujer que delineó con su fuerza una marca en la historia de los movimientos sociales en el Chile herido, una mujer pobladora, activa en la organización territorial durante la resistencia a la dictadura de Pinochet y durante la democracia que ha perpetuado su modelo en todos los aspectos de la vida.

¿La respuesta?: ollas comunes, comedores populares, barricadas y solidaridad, y allí se veía a la Luisa, con su incondicional apoyo a la juventud combativa, en aquellas y aquellos jóvenes, veía el rostro de sus tres hijos, que la brutal dictadura le arrebató una noche de 1985 y en 1988, los hermanos Vergara Toledo.

Comprometida con la rebeldía hasta el día de su muerte en una fría mañana de Julio 2021, se marchó entre aplausos, cantos y acciones combativas, de miles de personas que admiramos su valentía y su dedicación por un mundo más justo, por verdad, justicia… y por dignidad.

¿Quién es Luisa Toledo?

Es 1939, Chillán se derribaba por un terremoto, las tropas franquistas entraban a Barcelona y Valencia ganando la guerra civil española, decaen las esperanzas revolucionarias al ritmo de las bombas de la segunda guerra mundial que iniciaba, pero en el otro rincón del mundo, en este tajo al que llaman Chile, nacía un 21 de junio: Luisa Toledo. Ese día era San Luis, por eso la llamaron Luisa. Hija de campesinos humildes y empobrecidos, su padre Manuel Toledo se había ido a una fábrica, pero se encontró con el vicio, botella de alcohol en mano, la violencia se apoderó de la casa, su madre Mercedes Sepúlveda había lidiado con la violencia patriarcal desde la infancia, su padre la culpó de la muerte de su madre en el parto por lo que la madre de Luisa se crió sola, con gran carácter y esa fuerza tosca de la soledad. Luisa y sus 2 hermanos menores, fueron abandonados por su padre, no importa, su madre era su gran referente.

El camino de Luisa se cruzó con el de un joven quien se dirigía a ser cura, Manuel Vergara, trabajaron juntos en una fábrica, entre debates y diferencias sobre su apreciación de la pobreza, es que las piezas fueron encajando, Luisa influyó considerablemente en la vida de Manuel quien optó por no ser cura, y se enamoró de ella, con el tiempo tuvieron a 3 hijos y 1 hija: Pablo, Eduardo, Rafael y Ana, recuerda estos nombres pues serán cruciales en la historia.

Hablar de Luisa Toledo y Manuel Vergara, es también hablar sobre la organización en uno de los barrios emblemáticos del Santiago profundo: la Villa Francia, por medio de una cooperativa de vivienda llegaron a vivir en una población aledaña, tiempo antes de que se fundara la Villa Francia y se pudieran conocer con las vecinas y vecinos.

La Villa Francia

La Villa Francia fue fundada en 1969, en el contexto de un grave problema habitacional, con una demanda muy superior a la oferta de vivienda en el gobierno de Eduardo Frei Montalva. Dado este escenario, las y los pobladores tuvieron que recurrir a la creatividad para transformar su realidad, ya sea dentro de los márgenes legales por medio de postulación en La Corporación de la Vivienda, CORVI o la Corporación de Servicios Habitacionales, CORHABIT, o fuera de este margen, por medio de la acción directa y las tomas de terrenos. Así se formó lo que en ese momento se llamó SAN JOSÉ DE CHUCHUNCO y más adelante: VILLA FRANCIA, con sitios delimitados sin agua, ni luz ni baños, apenas unos grifos puestos en la vía pública, los pastizales podrían alcanzar los 2 metros de altura, así que para las personas el trabajo comenzó quitando maleza e instalando carpas para la noche, martillos, risas y serruchos musicalizaron los días. Fueron encontrando la solución a los múltiples problemas, por medio del trabajo colectivo y comunitario. Esta experiencia marcó el carácter de la Villa Francia, por medio del aprendizaje colectivo, la toma de decisiones comunitarias, se fue fortaleciendo la solidaridad, ingrediente que será vital para las experiencias que se vivirán en el futuro de la villa. Pobladoras y pobladores que pasaban de la inactividad a ser capaces de tomar la iniciativa sobre la necesidad de tener un techo donde dormir, pasaban a constituirse como movimiento, se fundaron centros de madres, agrupaciones juveniles y centros sociales al ritmo de los cambios que experimentaba la sociedad chilena, de estos cambios también se hizo parte una fracción de la iglesia católica que buscó encarnarse en el mundo popular.

Para entenderlo, hay que saber que Latinoamérica es un continente mayoritariamente católico, al mismo tiempo con una desigualdad social que apenas se puede imaginar, se vivía un catolicismo popular cargado de simbolismos y mezclado con creencias ancestrales, el conservadurismo de la iglesia impidió una comunicación más cercana con el pueblo profundo, así que realizaron unas conferencias episcopales en Brasil y luego en Colombia, donde se quiso tomar en cuenta el contexto latinoamericano. Para «adaptarse» a las y los pobres en sus misiones, había que crear comunidades de base, pero desde un punto de vista diferente a la tradicional, había que contemplar la realidad local, buscar respuestas en la biblia e intentar hacer un bien social, para eso debían incluir a las y los laicos y atraer jóvenes a participar en los compromisos sociales. Pero el Vaticano no contaba que el contexto latinoamericano, iba a producir una expresión particular: La teología de la liberación, que es mucho más politizada de lo que creían, eran cercanos a movimientos de izquierda en los que militaban muchos de sus adherentes e incluso a veces llegaban a apoyar iniciativas de revoluciones armadas.

Muchos curas y monjas se mudaron a las poblaciones más marginadas con la idea de formar comunidades, con una óptica que quiso romper con el conservadurismo católico tradicional, decían que ahora las personas en sí mismas eran la iglesia y el llamado era la liberación de las y los pobres y la construcción del Reino de Dios, en el aquí y el ahora, sin esperar a que se hiciera automáticamente en los cielos, pues esa idea era ofrecida siempre como premio de consuelo para resignarnos y aceptar el dolor y la miseria en la tierra, sin tocar el status quo de la sociedad capitalista.

Pronto se ganaron el apelativo de “curas comunistas” y así fue como llegó a la población un cura llamado Mariano Puga, uno de los mayores referentes de la iglesia obrera en la Villa Francia, hijo de un ex embajador del Partido Liberal y de una mujer heredera de las Viñas Concha y Toro, Mariano estudiaba arquitectura, cuando en una visita a un campamento muy pobre, pensó que, frente a tanta miseria, mejor se haría cura obrero, pala y martillo en mano, fue ganando fama. Este hombre influyó mucho en la vida de Luisa quien varias veces citó su frase «Este pueblo tiene el derecho a destruirlo todo porque todo le han destruido» además Mariano agregaba «La revolución no se hace con los poderosos, sino con aquellos que hacen suya la causa de los sin poder y ésos nos faltan hoy. No veo cómo este sistema los va a producir, más bien al revés, el sistema toma a los sin poder y los transforma en los adoradores del modelo de consumo», La postura de Mariano Puga lo podría en el ojo del dictador Pinochet y fue llevado al centro de torturas de Villa Grimaldi y a Tres álamos.

Para el año 1972 no hay presencia activa de partidos políticos en el barrio, pasan muy desapercibidos, por lo que la organización vecinal estaba aún al margen de partidos y movimientos políticos jerarquizados, hasta que… ese mismo año, a raíz de la necesidad de defensa de sus sitios, aparece el MIR en la Villa Francia.

l Movimiento de Izquierda Revolucionaria, nació en forma de partido de orientación Marxista Leninista en 1965, se definieron como la vanguardia marxista leninista de la clase obrera y de las y los oprimidos, se posicionó en la acción política y social revolucionaria en oposición a la izquierda tradicional y reformista. Si bien su formación estuvo de la mano con trotskistas y anarcosindicalistas, al poco tiempo estos fueron marginados, poniendo fin a la heterogeneidad política de sus inicios, ganaron fama de izquierda radical, extraparlamentaria y revolucionaria. Durante el gobierno de Allende no formaron parte de la coalición gobernante, aunque la respaldaron y se centraron en los espacios sociales para consolidar el frente de masas y construir lo que se conoce como «poder popular». En ese contexto fue que llegaron a la Villa Francia en 1972, implicó la profundización de nuevas formas de organización política.

Golpe de Estado, contexto y crimen.

Un 11 de septiembre de 1973, el cura Mariano Puga, salió de la Universidad Católica rumbo a Villa Francia, la mañana parecía un escenario extraño, poco a poco se fue cruzando con tanques, aviones de guerra y soldados en las calles, fue al obispado y se despidió del padre catalán Joan Alsina, no sabían que a los pocos días ese cura sería fusilado en el puente Bulnes. En su camino Mariano vio a gente llorando y a gente descorchar espumantes, supo que Allende había muerto en el golpe de Estado. Esa tensión que se respiraba hace tiempo, decantó en una cruda represión, persecución, muertes, violaciones, y todo tipo de violencia por parte de quienes ahora dicen condenar la violencia cuando se rompe un semáforo, en ese tiempo, ellos no rompían semáforos, rompían piernas, cráneos, familias, rompían vidas.

¿Y el pueblo estaba armado para defenderse? Pues no, en 1972 se había promulgado la ley 17.798 de Control de Armas, lo que aseguró la posición de las Fuerzas Armadas, además el artículo 8 de la ley decía que quienes organicen, formen parte, financien o ayuden en la creación de milicias o grupos de combate armadas serían sancionados con presidio menor en sus grados medio a máximo. Todo esto bajo el argumento de frenar a los grupos paramilitares que estaban surgiendo, como Patria y Libertad por un lado o el MIR y VOP por el otro. Esto explicaba por qué previo al golpe de Estado y ya respirándolo a lo lejos, algunas fuerzas políticas como el MAPU y el MIR insistían en la toma del poder por medio de una revolución armada.

Pero llegó el día 11 de septiembre y no había armas ni gente preparada para usarlas. Esto no impidió que permanentemente el régimen creara montajes sobre enfrentamientos armados para justificar matanzas en la prensa internacional, lo que no significa que no hubiera algunos enfrentamientos -ya pasado el tiempo-, pues ante la necesidad de defenderse, hay que ponerse creativos y creativas.

Esa misma noche en la Villa Francia hubo reunión en la casa de una vecina, y las y los jóvenes con la intención de enfrentar a los militares, tomaron sus sencillos equipajes: linchacos, un pantalón encima del otro y el sentimiento. No había más. El choque sería con la realidad, el enemigo contaba con un gran poderío militar, la resistencia en las poblaciones se quedaba en el entusiasmo de arrojo y la incertidumbre de no tener información que no fuera la oficial, que era filtrada y generada desde el Régimen a su favor, conocer el nuevo escenario iba a ser complicado.

La Villa Francia en su corta historia había fortalecido sus lazos organizativos, el trabajo colaborativo por sobre el individual, ahora serían aprendizajes muy útiles, cada día se oían los disparos y las patrullas, pero en el barrio la solidaridad y el compañerismo eran la fogata en la que la gente se calentaba. Había comenzado la cacería de activistas, las pisadas militares dejaban una estela de sangre, las vecinas repetían el nombre de quienes ya no estaban. Ahora había que convivir en la clandestinidad, practicar la desconfianza, disimular, ya que la asociatividad al margen de la dictadura, era un delito. La vida cotidiana cambió de un día a otro, actividades públicas, risas y un ritmo intenso de organización, se transformaron en actividades al acecho de las autoridades, de bajo perfil, que nadie lo sepa, ante la proclama dictatorial que decía «...la patriótica contribución de todos los ciudadanos, facilitará la eliminación de los extremistas que aún permanecen en la capital. Ellos son extranjeros sin patria y algunos chilenos fanatizados que no ven más allá de su odio y ansias de destrucción. ¡Denúncielos!».

En el mentiroso periódico golpista «El Mercurio» incluso ofrecían recompensa «La persona que proporcione antecedentes que permitan ubicar y detener por la fuerza pública a alguno de los sujetos que más adelante se detallan, será recompensada con 500.000 escudos, más  el dinero que traiga consigo el sujeto en el momento de su aprehensión (sic)» (El Mercurio, 28 de Septiembre de 1973). Todos estos llamados para que vecinos denuncien y entreguen a otros vecinos, fue parte primordial de la cultura que se iba a desarrollar a partir de ese momento en muchos barrios. En la Villa Francia muchas personas fueron acusadas por sus enemigos políticos, por simpatizar con el gobierno de Allende o incluso por sospecha de ser algún comunista. La lista de desaparecidas y desaparecidos se fue engrosando, así fue como dirigentes vecinales de izquierda tuvieron que retirarse o pasar a la clandestinidad máxima. Quienes habían sido elegidas y elegidos por la gente para las juntas de vecinos, eran encarceladas, llevadas a campos de concentración, centros de tortura y reemplazadas por gente que sirviera a los intereses de la dictadura: vigilar, denunciar y castigar.

Organización y combate en la Villa Francia.

Por las calles iba la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), militares y pacos bastardos sembrando muertes. Luisa Toledo trabajó en el comité Pro Paz, un organismo de DDHH creado en 1973 por las iglesias cristianas y parte de la comunidad judía. Hay que entender que, para este tiempo, muchas organizaciones de carácter político fueron desintegradas, por lo que muchas personas tanto creyentes como no creyentes, debieron acercarse a las comunidades cristianas, que en muchos casos fueron los únicos puntos de encuentro social que quedaron en pie y ofrecían consuelo, protección, asistencia jurídica, económica y espiritual a quienes sufrían persecución política y a sus familias. Todo esto, hizo enojar mucho a las autoridades políticas y al catolicismo conservador, así que la vida de este comité terminó en 1975.

Pero en 1976 apareció la Vicaría de la Solidaridad. Luisa decía que fueron quienes se jugaron el pellejo al hablar de personas desaparecidas, en tiempos donde poca gente creía en eso. A la Vicaría llegaron personas a describir a sus familiares que habían sido detenidas sin volver a aparecer. Ahí pasó Luisa a trabajar como secretaria, si bien tenía puntos críticos con ellos, ella transcribía los casos de desapariciones, torturas y ejecuciones, relatos que aportaron a su comprensión de la brutalidad con la que operaba la dictadura y el destino que desafiaban quienes optaron por luchar.

Obviamente muchas y muchos miembros de la vicaría vivían bajo la amenaza del régimen, el exilio, detenciones, e incluso la muerte, como sería más adelante el caso de José Manuel Parada en 1985. Fue el ojo internacional y la resistencia de sus miembros, quienes prolongaron la vida de la Vicaría hasta 1992.

Luisa no dejó de trabajar con sus vecinas y vecinos en la Villa Francia, llevaba desde el gobierno de Allende, adentrándose en la organización vecinal, ahora buscando mayor dignidad, levantando ollas comunes, comedores infantiles, populares, bolsas de cesantes, búsqueda de desaparecidos y toda la resistencia que se vendría.

Es en este contexto, con el cura Mariano Puga en los domingos de culto, en donde se hablaba de buscar soluciones a los problemas vecinales y el contexto sociopolítico, cuando Luisa se dio cuenta de su capacidad de hablar delante de la gente, de alzar la voz cuando, según ella, antes no había tenido esa experiencia. Es en este duro contexto en que se criaron los hijos e hija de Manuel y Luisa. En dictadura, pero con el germen de la esperanza por medio de la organización, en este caso, en una comunidad cristiana llamada «Cristo liberador». Allí la familia Vergara Toledo encontró refugio a sus esperanzas, en medio de la acción social. Esta comunidad en 1974 sufrió un golpe bajo, tres de sus miembros son detenidos y desaparecidos por la dictadura. A los pocos días el mismismo cura Mariano Puga, era detenido y llevado al centro de torturas de Villa Grimaldi, del que fue liberado por presión del Cardenal Silva Henríquez, y trasladado a Perú por 40 días, pero pudo regresar a Chile.

Laicos y cristianos se organizaron y tomaron un compromiso con las víctimas y sus familias. Recolectaban información sobre las detenciones, recorrían cárceles, hospitales e incluso la morgue. Además, como muchas niñas y niños quedaron sin padres, sin madres, una madre sola ahora debía trabajar el doble y además buscar a su pareja, la comunidad asumió el cuidado y asistencia de esa infancia. Los aprendizajes que se dieron en la fundación de la población, ahora eran útiles para sobrevivir y resistir, cuidándose mutuamente. Ante niñas y niños, hijos de detenidos, que debían ser cuidados por la comunidad, surgió la necesidad del comedor infantil, a cargo de la vecina Guacolda. Por otro lado, la Comunidad Juvenil hacía campaña de recolección de alimentos y de asistencia en las tareas escolares. Luisa Toledo y su familia se ven marcados por estas experiencias de apoyo mutuo y solidaridad permanente.

Hacia 1982 se le sumaba el azote de la crisis económica, se devalúa el peso chileno, la economía colapsa por la multiplicación de las deudas, se paraliza la inversión y la producción, las empresas quiebran por miles, y la cesantía se disparó. Los sueldos bajaron muchísimo, así que las y los trabajadores informales aumentaron. Había que buscar nuevas formas de subsistir, básicamente con cualquier trabajo esporádico para ir llenando la olla, lo que en Chile conocemos como «un pololo». La vida se fue deteriorando aún más y se profundizaron las diferencias sociales.

En ese momento, los espacios de participación laboral y las organizaciones sindicales, habían sido clausuradas y perseguidas, en la práctica y en reformas legales, además se privatizaron las esferas del conflicto social: salud, previsión social, educación, etc., La dictadura clausuró cualquier forma de expresión contraria al régimen, y junto a la represión, se fue instalando una política económica neoliberal. La prensa bajo el estricto ojo de la dictadura censuraba información que era reemplazada por información parcial que justificaba y legitimaba el régimen.

Los hermanos Vergara Toledo

Pero la década del 80 se mostró un poco más desafiante, en 1983 se dan las primeras grandes manifestaciones, los y las pobladoras de Villa Francia también salen a las calles, llamando a la huelga, tarros, tapas de ollas y cucharas de palo para hacer ruido desde las avenidas o en las puertas de sus casas. Luego de tantos años de hablar bajito y de disimular el descontento, la expresión callejera se volvió un punto de encuentro entre vecinas y vecinos, en estas manifestaciones quienes destacaron eran las y los jóvenes, muchos venían de estas comunidades cristianas, algunos llevaban tiempo trabajando en diversas áreas de coordinación y algunos particularmente se vincularon al mundo universitario, un ejemplo de esto fue Pablo y Eduardo Vergara Toledo, hijos de Luisa y Manuel, Pablo estudiaba en la Universidad de Santiago, la carrera de Ingeniería, Eduardo estudiaba en la UMCE, iba a ser profesor de historia. Pablo se integró al MIR en su Universidad, asumió su compromiso en la confrontación a la dictadura. Todos los hermanos se fueron uniendo a este grupo. Cuando Pablo ingresó al MIR, le contó a sus padres, que le había gustado su forma de trabajo y que compartía su convicción de que no había otra forma más eficaz que la lucha armada. Luisa que llevaba tiempo trabajando en la transcripción de relatos de torturas y detenciones, sabía bien el peligro que asumía su primogénito, sabía que se enfrentaba a la cárcel o la muerte, el miedo le habría consumido al pensar que era una lucha desigual, un grupo pequeño con algunas armas v/s la total disposición de las fuerzas militares y policías secretas. No obstante, despojada del miedo, junto a Manuel respetaron su decisión, tras informarle, se juntaron con un sacerdote y le hicieron algo como una cena, tal como lo habría hecho Cristo, con pan y vino.

Muchas y muchos universitarios de diversos lugares de la ciudad, llegaron a integrarse a la Comunidad Juvenil y por medio de Pablo y Eduardo Vergara, fueron llegando cada vez más jóvenes universitarios, haciendo que algunas y algunos más cristianos de la comunidad se sintieran incluso un poco amenazados, en el sentido de que los nuevos venían mucho más politizados, hablaban en términos más ideológicos. El salto desde la comunidad cristiana a los movimientos políticos, como el MIR, significó también un cambio en la forma de organizarse, era un salto a poner la vida en juego como parte del compromiso con una lucha que representaba el necesario camino de las armas para derrotar a la dictadura. Los tiempos van cambiando y grupos como el MIR o el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, toman gran relevancia entre la juventud más combativa. Para mediados de la década del 80, son muchas y muchos los jóvenes de la población que se organizan en el MIR, los hijos de Luisa Toledo son un referente, justamente el ojo del panóptico represivo se alojó en ellos. A lo largo de muchos años, la Villa Francia fue un foco crucial de resistencia a la represión. Según algunas entrevistas recogidas por Eugenio Cabrera en «Historia y Protagonismo Popular en Villa Francia» quienes mantenían las barricadas y la lucha en las calles era la gente de la población, pero quienes tenían el discurso y hacían gala de él, no estaban. Al final la villa ponía los muertos y muchos de los universitarios politizados después se iban a sus casas.

La casa de los Vergara Toledo se transformó en un punto de reunión para organizar la resistencia, desde ahí se salía a buscar neumáticos para la temeraria barricada en la que se alojaban los sueños de la población y que cargaba las pesadillas para los verdugos. No sólo por ello es que la casa de los Vergara Toledo era un punto de reunión, también por las ayudas que ofrecían Rafael y Pablo con las tareas escolares, le enseñaban matemáticas a los y las más chicas, decían que ningún chiquillo tenía que quedar atrasado, estudiar era importante.

Los hermanos Vergara Toledo, se fueron transformando en el puente que unía a la población con el MIR, también se transformaron en referentes de lucha en la población, quienes los conocieron los describen como personas con grandes valores en torno a la solidaridad. Destacan la gran capacidad oratoria de Eduardo, la tremenda humildad, calidez y sinceridad de Pablo, el infinito cariño y pragmatismo de Rafael.

Ya militando en el MIR: Pablo, Eduardo, Rafael y Ana, Luisa, la madre, se ofreció a ayudarles, Pablo le dijo que en ese caso mejor sería ayudar al MIR, ella buscaba ayudar a sus hijos e hija, y en todo momento lo hizo, su compromiso se extendió tras el triste desenlace, hacia toda la juventud hermosamente insolente y combatiente que se rebela contra la tiranía, sin aspiraciones de poder político.

En julio de 1984 la casa de Luisa Toledo fue allanada, estaban ya bajo la lupa de la dictadura, puesto el ojo faltaba la bala. Eduardo había sido expulsado de la universidad por ser dirigente estudiantil, Rafael corrió la misma suerte en su liceo, Pablo por su parte fue llevado por la policía en el allanamiento, es interrogado y torturado por la CNI. Al volver debieron pasar a la clandestinidad. Luisa desesperada no sabía cómo ayudarles, que no pasaran hambre, ni frío, siempre buscó la forma de asistir.

Es 28 de marzo de 1985 en la Villa Francia, la policía con desesperación busca a alguien por la calle, tomaron detenida a una vecina, entre golpes y amenazas le exigían el paradero de los hermanos Vergara, ella dijo que no tenía idea, y durante varias horas desapareció, cuando tuvo la oportunidad de llegar a la Vicaría avisó que buscaban a los hermanos.

Todo fue muy rápido, nadie alcanzó a avisarles que la policía los buscaba, pues andaban en clandestinidad, y al día siguiente, 29 de marzo, junto a otros jóvenes, merodeaban la población para un acto conmemorativo, un homenaje a Mauricio Maigret, quien con 18 años había caído en combate un día 29 de marzo, pero de 1984 militante del MIR, murió mientras cubría la retirada de sus compañeros en un ataque a una subcomisaría.

En memoria de este compañero, los hermanos Vergara andaban por la villa, en la tarde jugaban con los niños, más tarde caminaron hacia el lugar del homenaje, se corrió la voz de que alguien llamó por teléfono a una comisaría para avisar que se había visto a estos hermanos por la población, la policía salió a patrullar armados con una UZI, en la esquina de Río Quetro con Palena, fueron divisados, reconocieron a Rafael, que por su carácter más insurrecto había estado detenido varias veces, los vieron y los llamaron desde la patrulla, obviamente Rafa y Eduardo corrieron hacia avenida Las Rejas y de ahí hacia la calle 5 de abril. Pero los pacos verdugos ya tenían una emboscada y a Eduardo le descargaron una ráfaga con la UZI, le atravesaron los pulmones, Rafael que era más ágil, iba más adelante corriendo, al ver caer a su hermano, se devolvió y recibió una ráfaga en los glúteos, esto lo dejaría parapléjico. El paco Alex Hinojosa dio la orden de subirlo al furgón policial, le dispararon en la cabeza y fue arrojado con su hermano. Así terminó la vida de 2 de los hermanos Vergara Toledo y así comenzó la mítica imagen de esta familia y de Luisa.

Ese día no sólo ellos fueron asesinados, la CNI al mando del psicópata: Álvaro Corbalán por su parte acribilló por la espalda a Paulina Aguirre, también militante del MIR, hija de un torturado y preso político, con familiares fusilados por la dictadura. Todos estos crímenes formaron parte de una campaña del terror entre la población y que fue cubierta con un montaje orquestado por las autoridades y difundido por la prensa. Esa noche, el sonido de las balas hizo el eco suficiente para trascender generaciones.

Aún tirados los cuerpos sin vida, hay un nuevo violento allanamiento a la casa de Luisa y Manuel, se ensañaron esa noche, hasta ese momento Luisa se había enterado únicamente de la muerte de Rafael, no la de Eduardo, cuando la CNI entró a su casa, ella estaba con las fotos de sus hijos: «otro tipo me preguntó que porqué yo estaba llorando, le contesté que yo podía llorar cuando quisiera y no le iba a pedir permiso a él (…)  me preguntaron cuántos hijos yo tenía, le dije que tenía 4 pero ustedes me acaban de asesinar uno, y el tipo se puso a reír». Entonces Luisa se enteró que había perdido a 2 de sus hijos.

La Villa Francia y los alrededores se llenaron de policías. Buscaban a Pablo, quien debió irse antes, Luisa fue amenazada y fue un cura quien llegó a la casa para acompañarla en su pena, pues quería mucho a Rafael, Luisa muchas veces mencionó que ese día ella murió con sus hijos, la familia había quedado destruida y había que comenzar a edificarla nuevamente.

Hubo testigos del asesinato de los Vergara Toledo, no obstante, el régimen negó todo y para eso se hizo de sus medios de desinformación, en los que se retrató a los jóvenes como delincuentes, la prensa oficial al servicio de la dictadura se destacó durante todo ese tiempo por mentir y justificar la aniquilación de personas incluyendo niñas y niños, denigrando a personas asesinadas, destacándolas como delincuentes y antisociales dignos de eliminar. Jamás mostraron quienes eran estas personas, jamás se acercaron a sus familiares, jamás quisieron llegar a la verdad ni conocer su dolor. Se esmeraron en quitarle la calidad de personas a quienes se oponían al criminal Pinochet. Esta prensa oficial ha seguido en esa posición hasta nuestros días y no merecen más que nuestro desprecio.

Sobre Eduardo y Rafael la prensa afirmó que habían participado en robos a mano armada, que eran delincuentes subversivos y extremistas: así lo presentaron en algunos diarios: La Nación: «…Los dos delincuentes asaltaron un negocio, huyendo. Al ser interceptados por la policía, se produjo el enfrentamiento a balazos». Las Últimas Noticias: «Carabineros informó que los hermanos abatidos, juntó a un tercer sujeto, intentaban asaltar un establecimiento comercial. En el intercambio de disparos resultó herido un carabinero recibiendo dos disparos». Demás está decir que toda esta información ya está más que desmentida, hablaban de asalto a un negocio, luego hablan de intento de asalto, nunca hubo denuncia de un asalto a algún negocio. Se habló de enfrentamiento, en algunos diarios describían un breve intercambio de balas, en otros hablan de un espectacular tiroteo, hablaban de que habían detenido incluso a su padre: Manuel Vergara, lo que es mentira. Lo único cierto es que Pablo, Rafael y Eduardo estaban en la mira por su posición política, fueron considerados peligrosos para el régimen y necesitaban una justificación para asesinarlos. Tuvo que pasar mucho tiempo para que por medio de las autopsias se pudiera reconocer que ambos hermanos fueron asesinados, por politraumatismo por balas, la cabeza de Rafael presenta un disparo a corta distancia, mientras ya estaba herido y reducido.

En una carta escrita por Luisa a Fiscalía el 6 de junio 2006 dice: «Alex Hinojosa, Jorge Marín Jiménez, Francisco Toledo Puente, Marcelo Muñoz Cifuentes, Luis Crespo Zamorano son asesinos y deben pagar su crimen, también deben pagar los que dieron la orden ese día 29 de marzo de 1985: Augusto Ramón Pinochet Ugarte, Rodolfo Stange, Carlos Donoso Pérez, Oscar Torres. No les pongo sus pomposos títulos porque para mí son únicamente servidores de la burguesía. Y por supuesto ustedes, jueces y fiscales, como cómplices encubridores, también deberían recibir su merecido castigo. Como sé que no va a ser así, me resigno a maldecirlos a ustedes desde el fondo de mi corazón herido. ¡Malditos sean!».

La lucha continúa

Tras la muerte de sus hijos, Luisa recuerda llorar y llorar, querer transformar la pena en rabia. La Vicaría logró sacar a Pablo y Ana al exilio, a regañadientes, pues las ganas de vengar la muerte de sus hermanos, es un sentimiento compartido. Así llegaron a España, donde difundieron el asesinato de sus hermanos y las brutalidades que escondía la dictadura chilena. Luisa comenzó a trabajar la tierra, esta fue una excelente terapia, aunque sacarse el odio a la policía en cada grito, insulto, patada y piedrazo que pudo, también lo era. Como ella, muchas personas más tenían todo el derecho de odiar por la muerte de sus hijas e hijos. Ella logró ponerse de pie con el cariño de la gente de la Villa Francia, sus vecinas y vecinos, hicieron romerías al principio con la cruz, luego eran marchas de carácter más político, y año tras año el 29 de marzo, se transformó en una fecha de confrontación con la policía, de arrojo insurrecto. Y de todo esto, ella sacó fuerzas para gritarle en sus caras «son unos cobardes, asesinos». Luisa asistía a cada instancia en la que era invitada a hablar sobre sus hijos, a expresar su rabia y sus deseos de justicia, la memoria no se destiñe y al 29 de marzo, se le llamó el DÍA DEL JOVEN COMBATIENTE, pues la confrontación se volvió una tradición no sólo en Villa Francia sino en todo el país. Y como un eterno deja vu, desde el mismo año 1985, cada 29 de marzo los sicarios del poder estaban a las puertas de la casa, y cada año, la TV intenta denigrar la jornada relacionándola con delincuencia y drogas.

Pero pronto vino otro gran golpe, Pablo y Ana habían denunciado la muerte de sus hermanos en Europa, y en marzo del ‘88 Pablo volvió clandestinamente a Chile, por Osorno, no había avisado a nadie. Un 5 de noviembre de 1988, un familiar le avisa a Luisa y Manuel que Pablo aparecía en un diario. Efectivamente, se trataba de una tragedia, apareció en el cerro Mariposas de Temuco el cuerpo sin vida de Pablo Vergara y de Araceli Romo, también militante del MIR. Aparecieron en pedazos, ya que fue por la detonación de una bomba. Así fue como Luisa quedó aún más devastada, la pérdida de 3 de sus hijos la llevó incluso a intentos de suicidio. Comprendió que no iba a superar jamás su pena pero que aún tendría la rabia como vehículo de acción. «la muerte de mis hijos si no fuera por la juventud que sale a la calle todavía, habría sido para mí un fracaso, una pérdida inútil»

Para Manuel Vergara, padre de estos jóvenes, la muerte fue consecuencia del compromiso con la causa, y su raíz está en la crianza y la formación que inculcaron a sus hijos, en los valores y el compromiso con la justicia y la liberación de las y los oprimidos. 

Esta familia nunca quiso recibir compensación económica por sus hijos, pues Luisa decía que ellos no tenían precio, y que ese dinero suele ser un tapabocas, no critica a quienes lo reciban a menos que con ese dinero se compre el conformismo y el silencio.

Los asesinos de Rafael y Eduardo fueron condenados en agosto de 2010 tras un fallo de la Corte Suprema que rebajó las penas que le habían aplicado en primera instancia. Los pacos bastardos: Alex Hinojosa y Francisco Toledo recibieron 7 años y Jorge Marín 10 años de presidio, pero en 2017 la misma corte les dio el beneficio de la libertad. Pero hay algo que nunca van a poder obtener: y es el valor, la convicción y el arrojo que destacó y sigue destacando a la Familia Vergara Toledo y a muchas otras que dejan los pies en la calle por el mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones, aquello que impulsa el motor de la memoria indomable, que nos empuja a la calle cada 29 de marzo, uno de esos días que la institucionalidad no ha podido apoderarse como otras fechas y sólo les queda la criminalización. Esa institucionalidad, por medio de acuerdos y pactos cubre su cuerpo podrido e intenta perpetuarse para canalizar el descontento social con sus elecciones y discursos ciudadanos, ¿se ha perdido el pueblo y se ha convertido en ciudadanía domesticada?

Luisa, madre de la juventud combativa

Entre 1985 hasta 2021, Luisa recorrió un largo camino lleno de sombras, penas y lágrimas, pero tuvo aquello que no le pudieron quitar a la población, la solidaridad, el apoyo de su gente. Un día una amiga la invitó a que se uniera a un taller de Tai-chi, ella no se veía a su edad haciendo eso, pero para pausar sus penas fue convencida, era la única pobladora en el grupo, aprendió lo que pudo ya que era un taller muy caro y llevó el Tai-chi a las pobladoras del barrio. Encontró refugio en el aprendizaje sobre las flores de Bach y sobre todo en el trabajo de la tierra, en la dedicación a su jardín, a aquellas araucarias de su patio que representan a sus hijos.

Esperanzada al ver cómo sus miles de niños y niñas salvajes se arrojaron a las calles para combatir la tiranía en 2019, con la ilusión de que no se le entregue nuevamente el poder a los políticos. Aún quedamos quienes no luchamos por leyes o presidentes del sector que sean, aún habemos personas que luchamos por una emancipación total y por sepultar al fascismo, al capitalismo de todos los colores y a todo quien nos quiera volver a aplastar, no se logra con un lápiz y un papel. Un gran ejemplo de eso es su nieta: Tamara Sol, compañera anarquista que estuvo presa por herir a un guardia de banco en venganza del asesinato de un compañero: Sebastián Oversluij conocido como Angry, en 2013.

Luisa se fue transformando en un monumento viviente de la dignidad, volvió a reír y a llorar como una mujer revolucionaria que creyó en la hermosa violencia creadora de la juventud, en el rostro encapuchado de cada rebelde, ella vio la fuerte voz de Eduardo, el arrojo y valentía de Rafael, la convicción e inteligencia de Pablo y la perseverancia y fortaleza de Ana, quien la acompañó hasta sus últimos días en casi todas las intervenciones en las que Luisa fue invitada. Solicitaba la capacidad discursiva de Eduardo y el arrojo de Rafa, así explicaba cómo fue que se armó de una fuerza que desconocía y ha sido capaz de dar una valiente pelea hasta el último de sus suspiros, el cual se produjo un 6 de julio de 2021, tras semanas de complicaciones en su salud, por un cáncer de estómago.

A su muerte, fui testigo de cómo las calles de la Villa Francia y alrededores se repletaron de gente. Se nos iba la madre combativa, quien no creyó en reformas, ni en plebiscitos. Quien gastó su vida, sus tristezas y su rabia en las calles y fuera de tribunales. Quien orgullosa sigue hoy siendo faro inapagable de las y los que luchan, para que realmente en todo lugar donde exista la miseria, exista la rebelión.

Kiñe pangko kom pu che, lemoria.

[*] Texto elaborado para el documental «Especial 11 de sept: LUISA TOLEDO: Madre combativa» del canal de Youtube «Escupamos La Historia». Diseño de imágenes Underdog Studio (Instagram: @pegas.underdog). Música: Yuliams; Voces: Martín Aravena/Luna/Samuel Cactus/Sandra Mayfair

Referencias

✪ Fuentes principales: Entrevistas y relatos audiovisuales de Luisa Toledo

✪ Historia y Protagonismo Popular en Villa Francia – Seminario para optar al Grado de  Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Alumno Eugenio Cabrera Molina

✪ La influencia de la transmisión de memoria en el actuar político y social de la Comunidad Cristo Liberador de Villa Francia, Santiago de Chile (1970-2016) – Seminario de Grado: Karina Valeska Andrade González.

✪ Día del joven combatiente: de la memoria histórica a la guerra social – info.nodo50.org

✪ Hermanos Vergara Toledo – CEME Centro de Estudios Miguel Enríquez.

✪ Aracely Romo –  CEME Centro de Estudios Miguel Enríquez.

✪ «Mauricio, Paulina, Eduardo y Rafael, el origen del día del y la Joven Combatiente» – Radio Villa Francia.

✪ «Día de lxs Jóvenes Combatientes: El asesinato de Paulina Aguirre por agentes de la CNI» – Radio Villa Francia.

✪ «El asesinato de los hermanos Vergara Toledo y la creación del Día del Joven Combatiente» – Interferencia.cl

✪ web: «Acerca del MIR» – Mir-Chile (Página web oficial)

✪ web: Romo Álvarez Aracely Victoria – Memoria viva

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